Siempre se ha dicho que Cádiz ostenta el honor de ser una de las ciudades más hospitalarias de Europa. Que sus ciudadanos abren la puerta de su casa al visitante y que no tienen el menor reparo en compartir lo poco que tienen. Todo ello, valga la aclaración, aderezado con las dosis de buen humor y el pensamiento liberal heredado de aquellos años en los que referirse a la "Tacita de Plata" era hablar de uno de los puertos marítimos más importantes del mundo. Qué menos ahora, que se celebra el bicentenario de la Pepa, que al visitante o vecino de la ciudad se le trate tan bien como se espera y se merece. Y digo esto porque, disculpen ustedes, pero me choca muchísimo que en la recién estrenada Plaza de San Juan de Dios, la que justo se enmarca frente al muelle y donde se asienta el consistorio gaditano, una de las más importantes de la ciudad, no se haya previsto la instalación de ningún banco donde sentarse a compartir la tarde gaditana.
Que puede que el actual Nuevo Mundo, me refiero al de la alta tecnología y el alto índice de estrés, no repare en el placer que proporciona sentarse unos minutos a hablar con los amigos o simplemente leer a gusto mientras siente la caricia de la brisa del mar, pero no discutirán ustedes que en una ciudad como Cádiz, en la que los índices demográficos apuntan a una población de lo más envejecida, los mayores no encuentren en San Juan de Dios un espacios donde en realidad poder relacionarse. Porque sí. Porque el gaditano hace mucha vida fuera de su casa y San Juan de Dios, desde tiempo ha, se ha situado como uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. Y si no lo creen no tiene más que echar un vistazo a "El desafío del destino", la última novela de un servidor.
Lo dicho. Mucho 2012, pero señoras y señores míos, no entiendo cómo desde hace más de diez años se nos ha estado mortificando con la efeméride y ésta está pasando sin pena ni gloria para el resto del país y con fallos tan garrafales. Me pregunto si habrá responsables o si pronto alguien subsanará el error...