jueves, 2 de abril de 2009

...Y EL PUBLICO APROBÓ A RAJOY


He leído que el 82 por ciento de la audiencia que decidió plantarse el pasado lunes ante el televisor para no perderse la intervención de Mariano Rajoy en el programa “tengo una pregunta para usted” aportó un aprobado al líder de la oposición, en contra del 18 por ciento restante que parece no aprobar al examinado en cuestión. Desde mi punto de vista, y reconozco que no pude ver el programa al completo pero si gran parte, observé a un Rajoy bastante más tranquilo y con un “saber estar” que le faltó a la hora del debate “mano a mano” con Zapatero poco antes de las elecciones. Quizás el motivo radica en que la presión le puede y que su actual papel de ver los toros desde la barrera le otorgue una posición más cómoda a la hora de hablar sobre una crisis de la que, si se queda si en un momento pierde el norte, en pocos segundos tiene la posibilidad de reaccionar fácilmente echando el balón a campo del gobierno.

No oculto por tanto que pensé que esgrimiría esta herramienta más de la cuenta, como suele ser común hasta hartarnos, sin embargo, con su nuevo look más jovial (pelo corto, barba recién recortada y perfil facebook recién estrenado), Mariano Rajoy, cual Antonio Banderas interpretando al Zorro en plena emboscada, fue capaz de salir airoso de varias preguntas que, a bote pronto, podrían resultar bastante más incómodas y directas de lo que quizás él se esperaba.

Incluso, y esto es digno de admirar en cualquier político que pretenda hacer bien su trabajo, (y sobre todo en tiempos de crisis) en un par de cuestiones en que se le solicitó medidas concretas para paliar este mal que nos azota, Rajoy no dudó y, con el arrojo y valor del que escaseó en su cita con Zapatero, se lanzó con un conjunto de acciones y posibles soluciones que no sonaban nada mal y de las que el mismo gobierno debiera tomar buena después de estarle agradecido.

En resumen, creo que por primera vez en mucho tiempo, Mariano Rajoy creyó en sí mismo y olvidándose por un momento de los múltiples problemas internos que padece día sí y día también su partido, fue capaz de ofrecer una imagen diferente que si generó confianza. (Al menos así lo dicen las encuestas) Espero que su actuación no se basara en un truco a lo David Copperfield y esa imagen no se termine diluyéndose de nuevo devorado por las presiones que suelen engarrotarle cuando llegan las elecciones. Premiado queda pues con ese apoyo televisivo del 82 por ciento. Aunque repito, no es lo mismo contemplar la crisis desde su posición que desde el sillón de un presidente Zapatero, perdido en Londres y con más moral que el Alcoyano, que ya no sabe siquiera por donde le vienen los palos. ¿Habrá servido pues esta intervención como rampa de despegue para una futura presidencia? Quizás lo sepamos, si nos lo permite la crisis, dentro de tres duros años…

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