Uno no deja de sorprenderse cuando el destino le confiere noticias como estas. Ayer mismo, durante una conversación telefónica con mi editor, Jesús Lebrero, éste me hizo partícipe de una de esas cosas que, en un momento, te hacen esbozar la sonrisa que atrapa a los que protagonizan satisfactoriamente su primera vez. "Los diablos del mar están en Miami". Y me lo soltó así. A quemarropa. Ignorante del efecto congelador que había producido al otro lado de la conversación. Han querido las circunstancias, y el buen trabajo de ediciones Absalon (no me cansaré de decirlo), que una distribuidora del otro lado del Atlántico con residencia en Miami, haya tomado "Los diablos del mar. La odisea de la Burla Negra" como un libro de referencia para ponerlo a la venta por aquellos lares.
Quién nos iba a decir hace unos años a Quique y a mí, que nuestra primera conversación sobre Benito de Soto en casa de una amiga común, iba a derivar en la venta de la novela en Miami. Se ve que por aquellos lugares valoran la cultura, ya decía yo que el "despelote" de Enrique Iglesias en modalidad de esquí acuático sólo era una mera anécdota.
En fin, un nuevo paso adelante para Absalon y esos últimos piratas españoles que, ciento ochenta años después, han vuelto a cruzar de nuevo el Atlántico en forma de literatura.
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