miércoles, 27 de enero de 2010

MIEL AMARGA. DESPEDIDA PARA UN GRAN HOMBRE


Uno nunca sabe como afrontar una noticia luctuosa. Y más cuando viene de un amigo. De una persona como José Moya Vargas, todo un personaje cargado de humanidad y optimismo que tuve la fortuna de conocer gracias a mi trabajo y que, desde el minuto uno, se convirtió en amigo y "colega literario".
José Moya siempre me dio la impresión de ser todo un luchador. Un tipo experimentado y locuaz que intentaba exprimir al máximo el zumo de su jubilación, de sus merecidos años de descanso, de su merecida retirada de la enorme actividad laboral y emprendedora para dedicarse por entero a escribir y recapitular la multitud de recuerdos que siempre afloraban en sus conversaciones. Esas eran y no otras, las grandes pasiones a las que en realidad no pudo dedicar el tiempo necesario en años anteriores.

Así le conocí yo, con las ganas, la ilusión y la valentía que se le presume en realidad a un muchacho de veinte años. Con aires de auténtico "gentleman", solía encontrarle a veces con bastón y una gorra al uso de aquellos que saben ataviarse con categoría y tratar de forma impecable al prójimo. Cumplido en su oratoria y amable, cortés y respetuoso como pocos, José Moya me ganó como amigo hasta el punto de compartir con él varios cafés y tertulias en las que salían a relucir sus muchas anécdotas del Cádiz que tanto amaba y los tantos y tantos recuerdos que abarrotaba en su lúcido cerebro.

"Miel amarga" fue hace unos pocos años su primera novela publicada. Una obra en la que el amor prohibido, problemático y casi imposible se pone de manifiesto con una bella literatura y una calidez que sólo puede aportar aquel que ha sabido extraer los sentimientos más puros de los años que le ha tocado vivir. La siguiente, editada por Absalon, "Candelaria y Zacarías", marcha por parecidos derroteros dejando también un magnífico sabor de boca.

Me consta que, aunque enfermo pero con muchas ganas de luchar, como me comentó en nuestra última comunicación telefónica el pasado fin de año, aún garabateaba en la agenda algunos proyectos, y uno de ellos en común, que queríamos afrontar con mil barriles de cariño e ilusión a raudales. Pero ya no pudo ser. Ahí quedó.

El pasado día 22 de enero, José Moya Vargas, para mí un gran luchador y escritor gaditano, se despidió de este mundo para pasar al otro lado impulsado por los vivos colores de un paseo interminable hacia el atardecer de su amada Caleta. Para dejarse llevar por el viento de su Cádiz y perderse en mil recovecos combinando las mieles del presente y pasado como no he visto a nadie hacer jamás. Aquí nos has dejado, amigo mío, pero con dos regalos literarios, dos joyas que conservo en casa como oro en paño y que cuidaré por siempre enlazados junto al valioso recuerdo de aquellos ánimos que siempre me dabas y tanto me hacía mirar para adelante.

Hoy, amigo José Moya Vargas, he vuelto a rezar por tí. Jamás te olvidaré. Un abrazo, donde quiera que estés, amigo... Hasta la vista.


sábado, 9 de enero de 2010

FELIZ 2010 A TODOS. UN AÑO PARA SOÑAR


Vaya por delante un brindis por este nuevo año que comienza. Un 2010 en el que espero y confío en que todo os vaya estupendamente y que resulte inolvidable porque entre las fechas de su calendario tengan cabida la consecución de vuestros sueños y deseos.


Si bien es cierto que un 2009 lleno de crisis ya quedó atrás, ahora sólo queda mirar hacia delante y tener muy presente que toca mejorar en todo lo posible para hacer cumplir nuestros propósitos. Trabajemos pues en ello. Póngamos el máximo de nuestro empeño y capacidad y estoy seguro de que sólo entonces, junto a los buenos pensamientos y acciones, nuestros objetivos llegarán a hacerse realidad.


Para el 2009, sólo me queda dar gracias por lo que ha pasado. Por la salud de mi familia, poder disfrutar de la sonrisa de mi hijo y mi mujer, por los nuevos amigos conocidos y por el hecho de que viese la luz mi tercer proyecto literario con la sorpresa de cerrar el año permeciendo cinco semanas entre los diez más vendidos del portal de Casa del Libro. Aparecer ahí, junto a los escritores más grandes del momento, es algo que jamás podré olvidar y nadie podrá quitarme ya. Ignoro si se llegará a repetir, uno trabaja muy duramente para ello, pero lógicamente soy consciente de que he vivido un auténtico sueño.


Quiero aprovechar el momento para agradecer también el apoyo de mi familia, mi editor, los muchos lectores y aquellos compañeros literarios que no han dudado un instante en hacerme llegar sus comentarios y palabras de apoyo. Son cada uno de ellos los que me motivan a continuar escribiendo día a día y hacer caso omiso de algunos personajillos que, movidos por no se sabe qué sentimiento adverso lamentablemente tan común en los seres humanos, intentan por todos los medios empañar no sólo mi sueño sino el de un buen número de escritores y personal de una editorial como Absalon que trabaja con toda la ilusión del mundo por abrirse camino y ganar batallas en el complicado panorama literario nacional.


Desde aquí, desde mi blog, les hago saber que lo siento por ellos y que les aconsejo que no pierdan más el tiempo porque por más maniobras rastreras que intenten, escudados en el anonimato de la red (qué dificil es dar la cara) no minarán un ápice mi moral. Siento que os mueva tanta envidia y que invirtáis en mi vuestro tiempo en vez de hacer el bien y disfrutar con vuestras familias que quizás lo necesiten más que yo. Ojalá que en vez de criticar sin sentido y sin el menor interés en leer nada mío, o partiendo de prejuicios injustificados basados en el pozo de la ignorancia, se metan en sus asuntos y todo les vaya fenomenal, ¿por qué no?


Dicho esto, no me queda otra que dar las gracias a los que me leéis, queréis y apoyáis. Lo demás no merece la pena.


Feliz 2010. Feliz año nuevo.