lunes, 9 de febrero de 2009

LA CRISIS AMENAZARÁ EN BREVE AL LIBRO



Así es como en un artículo reciente lo pronostica el periodista de “El País” Javier Rodríguez Marcos. Y suena lógico. Porque parece ser, atendiendo siempre a los datos globales de 2008, que aunque las ventas de libros en nuestro país se incrementaron por encima del año anterior, el sector editorial no se va a librar en absoluto de sufrir la crisis. A los hechos me remito cuando, a pesar de las buenas (y ficticias) cifras de ventas que algunas entidades y asociaciones aportan, me consta que el año pasado comencé a oír el descalabro de varias distribuidoras y editoriales que no pudieron soportar la embestida de sus malas ventas por la enorme saturación del mercado y la falta de lectores.

Sabedores de que nada es eterno, las editoriales ya empiezan a verle las orejas al lobo y, dos de medidas a adoptar, en breve, será disminuir el número de novedades y, de paso, ajustar la cantidad de ejemplares puestos a la venta. Si bien es cierto que esto ayudará a dejar de colapsar las estanterías de las pequeñas librerías, dándoles algún que otro respiro, sin embargo, resulta una mala noticia para los que sueñan con ver su obra publicada y aceptablemente bien distribuida. Por otra parte, al cerrarse el grifo de novedades, los lectores tendrán menos donde elegir y sus gustos serán más “reconducidos” por parte de las editoriales.

Al mismo tiempo, y ya en datos, parecen que el libro barato o “de bolsillo” sigue en auge, en detrimento de los grandes volúmenes de ejemplares con buenas ilustraciones que han visto la crisis mucho más de cerca. Como muestra, y vuelvo a remitirme al artículo de Javier Rodríguez, Gustavo Gili, editorial que trabaja con libros de arquitectura, se ha visto gravemente perjudicada por la crisis del ladrillo al tener a personal del gremio de la construcción como principales compradores.

Otro punto que se reducirán serán las promociones de libros “a bombo y platillo” porque, no nos engañemos, llenar un pequeño auditorio para presentar un libro es casi impensable en un país en el que se lee más bien poco e incluso se aplaude al que asegura “no haber leído un libro en su vida” o “no tener nunca tiempo para hacerlo”. En contraposición, parece que internet se perfila para las editoras como la válvula de escape más asequible para promocionar un libro de forma más cercana y menos costosa.

Toda esta avalancha de títulos de la que hemos gozado (o sufrido) en los últimos años tendrá pronto su fin y, como antaño, las editoriales deberán volver a mantener libros en “fondo”, títulos a los que se les de una mayor durabilidad, porque eso sí, lo que no es de recibo es que buenos títulos que, por una u otra razón ni siquiera han dado tiempo de calar en el público, sean retirados del mercado en menos de un año.

Dicho esto, avisados quedamos los que amamos la literatura de lo mucho o poco que se nos avecina. En fin, a todo se adapta uno. Ya veremos.

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