viernes, 23 de enero de 2009

¿ME METO O NO ME METO? UNA DE HÉROES



Wilson A. Ribera es un héroe. Así de claro. Bueno, matizando, él y por supuesto Rafael Eugenio Ramos y Miguel Ángel (el cual ha preferido preservar su identidad). Y lo son porque gracias a su valiente y acertada acción-reacción conjunta no sólo lograron reducir hace un par de días a un maltratador que se ensañaba a puñaladas contra su pareja en plena vía pública de Barcelona sino que, ya a toro pasado, y conscientes de que podrían haber alardeado de salvar la vida de la joven, ninguno de ellos ha querido salir del anonimato y fijar precio a su historia para saltar de plató en plató (como así se les ha ofrecido). De estos hombres y su encomiable actitud podrían tomar buena nota (si supieran hacerlo, que lo dudo) esa legión de personajillos de la “frikiprensa amarilla” que no dudan en prostituir públicamente su vida privada vendiendo sus cuernos, sus monstruosas operaciones de estéticas, a su santa madre o a cualquiera que se le ponga por delante. Eso siempre y cuando no acepten incluso ser fusilados por los paparazzis para mostrar una “pupa” emergente en el labio (y a saber en qué labio), y que para mayor indignación del personal, pretenden vender como si se tratase de una enfermedad terminal.

La reflexión desde el periscopio en el caso concreto de Barcelona, llega por mor de un comentario del señor Javier Nash durante una tertulia matinal en Punto Radio. En su intervención, más o menos, ha venido a señalar que “no entendía la actitud del resto de los ciudadanos que presenciaron la brutal agresión y no hicieron nada para evitarlo”. Quizás el hecho de actuar sea lo primero que sobreviene a la cordura de cualquiera, aunque luego, pensado más fríamente la situación, la cosa cambia. Y sobre todo porque, lamentablemente, en este país llamado España, estamos cada vez más acostumbrados a que esa misma penosa justicia, que por cierto bien pronto reclamará un aumento de salario por lo “bien” que lo hace, siempre acabe por ponerse en el lado equivocado.

Así, a bote pronto, quizás toda persona hubiera intervenido para socorrer a esa mujer. Sin embargo, en cuanto mentalmente ajustas en la balanza lo mucho que pones en juego, incluso la misma vida si fallas ante un energúmeno fuera de sus casillas armado con un cuchillo al que ni tres contundentes golpes con una barra de hierro le hicieron desistir de pronto, piensas que lo mejor es no meterte en más líos de la cuenta. Y es triste y duro lo que digo, pero es así. Porque al final, si por mala suerte acabas dañando al sujeto un poco más de lo que pretendías para que cese en su violencia, lo más probable es que hasta te caiga una buena denuncia y acabes con tus huesos en la cárcel. O peor, como le ha sucedido no hace mucho al profesor Neira, que quedes en coma y, para más mierda, ni siquiera la propia victima (otra frikibestia televisiva) te reconozca o agradezca tu buena acción.

Al margen de eso, un detalle que no han mencionado muchos de los medios de comunicación, es que Wilson A. Ribera atesora una férrea instrucción militar, ya que fue miembro del Cuerpo de Infantería de Marina en Ecuador, veterano de guerra en 1995 en el conflicto entre su país y Perú, dejando finalmente su puesto con honores y condecoraciones. De algo y para mucho bien le sirvió entonces su pasado marcial que se alió además con el buen hacer y rapidez de reacción de Rafael y Miguel Ángel.

Por otro lado, siempre defenderé que los demás no es que fueran “cobardes”, como ha querido acusarles el señor Nash (al que, por cierto, ya me gustaría a mi ver su reacción en circunstancias parecidas), sino que, la mayoría mujeres o jóvenes a los que el miedo les venció en aquel instante, decidieron “ponerse a salvo” por simple instinto de supervivencia. Así. Sin más. Y es que lo que hay que evitar desde ya y para siempre es que estas situaciones se zanjen directamente desde la misma raíz. Sin llegar a esa situación extrema. Que tipejos como ese no lleguen jamás a asir el cuchillo porque, a buen seguro, esa no ha sido su primera agresión a su pareja. Y para eso están las denuncias y esos jueces que, supuestamente, cumplen tan “bien” su trabajo que ahora, en tiempos de crisis, congelaciones de salarios y despidos masivos, solicitan solidariamente un aumento de sueldo.

Insisto, a priori todos hubiésemos sido Wilson, pero como dice un buen amigo, cuando llega lidiar con el toro nadie sabe en realidad de qué forma va a usar el capote. Bueno, algunos si y lo cumplen. Y es eso lo que distingue a los verdaderos héroes. Héroes como éstos. Gracias Wilson, Rafael y Miguel Ángel. Ahora, lo único necesario para que su valiente acción no quede en nada, es que el agresor sufra un castigo ejemplar y, por supuesto, jamás vuelva a encontrarse con su víctima. ¿Alguien se cree eso?

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