viernes, 16 de enero de 2009

SOBRE LA BAJADA DE TIPOS DE INTERÉS




La prensa nacional e internacional ha abierto estos días sus portadas con la histórica noticia de la bajada de tipos de interés que, en la zona euro, cae por vez primera al pírrico 2 por ciento. Eso implica, a tenor de algunos rotativos y diversos expertos consultados en la materia, que cerca de 18.800 millones de euros se ahorrarán y se repartirán a modo de “Lotería de Navidad” entre aquellos españolitos (la mayoría) que intentan tomar algo de aire, a mediados de mes, ahogados por las infladas hipotecas.

Lo cierto es que esta noticia no viene del todo mal, aunque ahora a lo que hay que permanecer bien atentos es a la reacción de ésta, nuestra sociedad española, acostumbrada en estos últimos años a poseer varios coches, motos, tecnología de última generación, casa en la sierra o la costa y un sinfín de caprichos sufragados en principio bajo intereses de risa. Ahora, que todos hemos comprobado que cuando el temido euribor ha tornado al alza la soga ha apretado nuestros cuellos, debemos tener cabeza y ser conscientes de que no es en absoluto aconsejable vivir continuamente en base a crédito y tirando de la tarjeta.

Una buena amiga, gaditana y residente en Francia para más señas, y a la que conste en acta que doy toda la razón, mantiene la teoría de que ha sido la propia Comunidad Europea la que, de buenas a primera, ha pretendido adaptar nuestras vidas al sistema americano. Y es que al otro lado del charco, hasta el gasto más ínfimo, parece que ha de pasar estrictamente por el permiso de los bancos. Por eso resulta casi misión imposible encontrar por aquellas lindes a esos sujetos tipo “hormiguitas” que, como decía muy bien Carmen Maura en aquel famoso anuncio de los ochenta, ahorran su dinerito “tacita a tacita”. Esa política de ahorro, la de “tacita a tacita” es la que, digamos por tradición y de generación en generación, muchos europeos hemos mamado desde la cuna. Y si no, ¿quién no recuerda esas huchas de lata que nos regalaban nuestras abuelas o esa primera cartilla que nos abrían nuestros padres acompañadas con el claro aviso de “para que ahorres”? Ahora sin embargo, con tipos de interés tan bajos, da que pensar que el ahorro no merece la pena y que, abonando una ínfima cuota al mes todo queda a nuestro alcance, desde un piso de 150 metros a una supertele de plasma o un BMW último modelo. Pero nada más lejos de la realidad. Porque como la araña que se agazapa al borde de su red, las entidades bancarias pronto perderán el miedo a volver a prestar “pasta gansa” y animarán de nuevo a los usuarios a acumular más créditos a nuestras vidas.

Espero firmemente, que ahora nos comportemos de un modo más cauto y que este último y desastroso año 2008 haya servido para tomar conciencia de que, aunque duela, uno debe conformarse muchas veces con lo que verdaderamente está al alcance de sus posibilidades y que, si uno desea más, lo mejor es “tirar de la memoria”, recordar lo que sabiamente nos decía la abuela y esperar lo que sea necesario hasta que nuestro bolsillo sea capaz de respaldarnos en tiempos como estos. Tiempos de crisis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario